LESA DEMOCRACIA
En España, nos hemos provisto de un sistema de gobierno el
cual definimos como “sistema democrático”, sin embargo, tras realizar un breve
comparativo dentro del proceso evolutivo del concepto y su praxis, desde la acepción primitiva achacada
a la democracia directa, pasando por las modernas democracias indirectas, hasta
llegar a la actual democracia, indirecta, corporativista de facto y la cual es
objeto de crítica por estar deslegitimada, encuentro que, efectivamente, la
democracia actual en España, se ha desvirtuado de tal manera que el subproducto
engendrado guarda poca relación con los principios más elementales de la
democracia.
Problemas y malas
soluciones, el “demos”, la delegación y la subdelegación mediante concertación.
Partiendo de la base de que la soberanía reside en el “Demos”,
quien delega en unos representantes dotándoles de la efectiva capacidad de
gobernar mediante la cesión temporal del “Kratos”, sorprende el hecho de que estos
representantes, dotados del respaldo de la ciudadanía, incapaces de aplicar sus
programas de gobierno, opten por buscar aliados, no legitimados por la
ciudadanía como receptores de las atribuciones que le fueron encomendadas a un
gobierno de representantes del Estado y subdeleguen poderes que le son propios
por delegación directa.
Así, mediante entramados corporativistas, el gobierno se
doblega ante grupos de presión a los que a su vez proporciona soporte económico
y cobertura legal para crear un entorno controlado que facilite la labor de
gobierno, limitando y encauzando la potencial conflictividad de diversos grupos
de interés.
La derivación hacia esta nueva realidad, donde se mercadea
con una representatividad otorgada únicamente de manera temporal , es un hecho
consolidado pero no plenamente aceptado por la sociedad y por tanto, no
legítimo. El titular de la representatividad otorgada tras proceso electoral,
realiza una cesión de cuota de poder que debería de ser intransferible en su
titularidad, ya que el poder lo otorgan los ciudadanos a sus representantes
para hacer uso de él, no para que estos
hagan partícipes a terceros que representan a grupos de intereses, los cuales
pueden ser opuestos a los intereses del elector. Esto puede suponer un fraude
al electorado, que ve cómo un grupo de presión ejerce tareas que le fueron
encomendadas a unos representantes electos.
La debilidad de los gobernantes, se hace patente mediante la
generalización de la concertación de grupos de interés estratégicos organizados
corporativamente, que reciben sustento de unos fondos públicos, que dejan de
estar al servicio del interés de la ciudadanía para pasar servir a grupos de
presión corporativizados.
Legitimidad en el
sistema establecido, derivación de la Democracia.
La alteración de la representatividad de los estamentos, con
la preponderancia otorgada por los gobiernos a determinados grupos, da lugar a diversas
paradojas que ponen en cuestión la legitimidad democrática de nuestro sistema,
así pues, se da en ocasiones el caso en cual el gobierno negocia con los
sindicatos mis condiciones de trabajo, erigiéndolos así en mis representantes,
muy a mi pesar. La legitimidad para representarme, a mí y a todos los
trabajadores, se la otorga un gobierno
que actúa, de manera premeditada, viciando del sistema democrático,
delegando, de forma indebida, una representatividad inalienable.
Así las cosas, la Democracia indirecta pasa a ser tan
indirecta, que deja de ser democracia y pasa a ser una oligarquía donde,
únicamente la cabeza visible, es elegida por el pueblo, siendo sin embargo el
ámbito de decisiones, desplazado a la
opacidad de un grupo de representantes de intereses de grupos quienes, con la
aquiescencia del gobierno, llevan a cabo sus políticas y normativas que habrán
de afectar a toda la sociedad.
Legitimación
del proceso establecido para la toma de decisiones normativas.
Es posible normalizar o corregir, acaso parcialmente, la
situación paradigmática originada por da desvirtuación democrática aquí
expuesta, mediante la obligada regulación de las corporaciones concertadas,
de forma que se garantice la publicidad en sus mecanismos de participación. De
esta manera, sirviéndonos de ejemplo sindical, podemos decir que, así como los
sindicatos reciben dinero público, todos los ciudadanos electores, a quienes
pretendan representar los sindicatos, deben tener capacidad de participación en
la elección de la dirección y los órganos de estos sindicatos, sin necesidad de
aportar cuotas o de afiliación, de forma que realmente sean entidades
representativas de los trabajadores y de interés público ya que de lo
contrario, estos sindicatos que sólo permiten la participación en sus procesos
internos a los afiliados, en ningún caso habrían de entenderse como
representantes de los trabajadores en general, ya que tan sólo son
representantes de sus afiliados, quienes deberían sustentar sus organizaciones.
La “Demonada”
Por lo expuesto anteriormente, es fácil pensar que la
democracia en España está viciada y que se ha desprovisto al “Demos” del “Kratos”,
siendo que el “Demos” ya no “pinta nada”, existiendo tan sólo como excusa
legitimadora de un sistema corrompido. Es un buen ejercicio el preguntarse “quién
gobierna” y “para quién gobierna”. Tras una somera reflexión, nos daremos sin
duda cuenta, si acaso no nos habíamos percatado antes, de que las respuestas no
son fáciles, claras y contundentes.
El sistema de competencia entre partidos hace que estos
busquen “atajos” y pretendan ganarse el apoyo de grupos organizados influyentes
y este panorama es el precursor de la situación que estamos viviendo, donde
quien gobierna no es sólo el gobierno, sino que comparte el poder con grupos de
interés y para quien se gobierna no es el pueblo, sino para satisfacer las
demandas articuladas por diferentes grupos de presión, organizados eficazmente
para tal fin. Unos y otros grupos organizados, asumen un gran poder y una
enorme influencia, que no se compadecen con su representatividad real de la
ciudadanía.
He dicho y pienso,
Undive.
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