ACERCA DEL AUTOR

Espectador pávido ante la asombrosa proliferación de políticos que medran en sus cargos a pesar de su, a menudo, limitada capacidad intelectual.
Hemos pasado, del despotismo ilustrado, al despotismo sin lustre.
Veo con espanto como se advierte un cierto paralelismo entre dos situaciones ajenas entre sí, pero con un denominador común, la prosperidad del pueblo se convierte en enemiga del mismo, en puerta abierta de entrada al libertinaje y de salida de las libertades, la tradición y la moral.
Así como el pueblo de Jacob, tras años de luchas y falta de libertad, entra en la tierra prometida donde, en medio de su prosperidad olvida las advertencias de Moisés y deja de respetar sus principios, perdiendo la tierra que los sustenta, así se comporta la nación española, ciega por los graneros llenos, se encamina hacia un desierto colmado de ídolos falsos y no ceja en su caminar, sin advertir que el granero se está vaciando. Viendo que comienzan las penurias, con más fuerza abrazamos nuestros nuevos ídolos, con formas de independentismo y de progresía, sin darnos cuenta de que, estos falsos ídolos no nos darán de comer, no llenarán nuestros graneros ni apagarán la sed que ya comienza a ser insoportable.
Si España cae, todos lo lamentaremos y todos seremos responsables. Los presidentes de gobierno, que no negocian con los independentistas por el bien de España, sino por mantener sus puestos de poder. Los políticos opositores, que no denuncian la situación por si ellos precisan echar mano de las mismas argucias. El pueblo, que no castiga con su voto la cobardía de sus líderes.
Con una formación académica ínfima y un seguimiento ocasional de la actualidad política, me resulta más que suficiente para darme cuenta de que nos llevan a una ruina de difícil remisión, por eso y sin más ambicionar, escribo en este blog como protesta,  para reivindicar mi inocencia ante tanta estulticia. Incluso un obrero como yo, sabe que no llevamos una buena dirección y cuando los guías quieran cambiar el rumbo en medio del desierto en que nos encontramos, aun acertando en el nuevo destino, tendremos que sufrir mucho para alcanzar el oasis, volver a nuestra nación, que nos proporciona graneros llenos y paz.
Como sé escribir, escribo, si supiera cantar, cantaría.

He dicho y pienso,
Undive